Realmente,
después de diversas clases aprendiendo que los alumnos cómo realmente aprenden
es utilizando diversos recursos, haciendo que experimenten, que construyan su
propio aprendizaje, y que en definitiva logren un aprendizaje significativo,
uno de los aspectos que influye de manera notable para que se pueda lograr
dicho aprendizaje es la comprensión.
¿Qué es
comprender?
La comprensión
es un proceso de creación mental por el que, partiendo de ciertos datos aportados
por un emisor, el receptor crea una imagen del mensaje que se le quiere
transmitir. Para ello es necesario dar un significado a los datos que
recibimos. Cuando utilizamos el término “datos” nos estamos refiriendo a
cualquier información que pueda ser utilizada para llegar a comprender un
mensaje. Los datos pueden ser de diferente tipo: palabras, conceptos,
relaciones, implicaciones, formatos, estructuras, pueden ser lingüísticos,
culturales, sociales, etc.
El proceso de
comprensión, contrariamente a lo que habitualmente se cree, no es un proceso
pasivo. Por el contrario, es un proceso que exige por parte del receptor tanta
o más actividad que el proceso de expresión. Básicamente, podríamos decir que
el proceso de comprensión consiste en aislar, identificar y unir de forma
coherente unos datos externos con los datos de que disponemos. El proceso de
comprensión en sí, es el mismo en todos los casos, aunque variarán los medios y
los datos que tendremos que utilizar para llevarlo a cabo. Queda claro pues,
que si bien la labor que tenemos que realizar para comprender en cada una de
las situaciones es la misma, la diferencia estribará en los medios y los datos
que tendremos que manipular para poder llegar a hacerlo.
¿Cómo
trabajar la comprensión desde el aula?
Una vez que
sabemos lo que realmente es la comprensión, deducimos que es de gran
importancia, no sólo en el rendimiento académico, sino para la vida diaria de
las personas, y en consecuencia de nuestros alumnos. Así pues, la verdadera
comprensión no nace sola, sino que se desarrolla, se trabaja y por lo tanto se
enseña.
Desde las aulas
debemos enseñar a nuestros alumnos a comprender, a ser conscientes de lo que
comprenden realmente y lo que no, a que diferencien lo que comprenden de lo que
entienden, es decir, a utilizar la metacognición. Un buen recurso para ello es el guiarlos
utilizando los siguientes interrogantes:
¿Qué comprendes realmente bien?
La verdadera
comprensión de un tema depende de lo que podamos hacer con él. Es decir, si
podemos razonar acerca de ello, si podemos explicarlo con nuestras propias
palabras o si podemos relacionarlo con otros temas.
Por ejemplo
puedo afirmar que sé conducir un coche porque me siento segura con ello, puedo
explicar cómo se hace con mis propias palabras y me siento capaz de relacionar
esos conocimientos con otros temas.
¿Cómo lograste comprenderlo?
A partir del ejemplo
anterior, logré comprenderlo mediante la experimentación, la manipulación y la
práctica. Es decir, pese a que sabía la teoría de cómo conducir un coche realmente
lo comprendí cuando en la práctica, empecé a conducir el coche.
Esto,
generalizando a otro tipo de conocimiento, podemos deducir que cómo realmente comprendemos
las cosas es experimentando, es construyendo nuestro propio conocimiento, solo
así llegaremos a la verdadera comprensión.
¿Cómo sabes que lo comprendes?
Podemos afirmar
que comprendemos algo bien cuando podemos realizar una gama de actividades que
requieren pensamiento referido al tema en concreto. En otras palabras,
comprendemos realmente bien un concepto, una destreza o un tema cuando somos
capaces de explicarlo, encontrar ejemplos, generalizarlo, aplicarlo a otras
situaciones, presentar analogías y representarlo de otra forma nueva, cuando
somos capaces de usar el conocimiento de maneras nuevas.
Por ejemplo
yo puedo afirmar que sé conducir un coche porque soy capaz de explicar como se
conduce, sé aplicarlo a otros coches, es decir, me siento capaz de conducir
todo tipo de coches.
¿Qué cosas hacemos en el aula que sirven realmente para
la comprensión?
Por lo tanto,
del ejemplo anterior podemos afirmar que en la enseñanza para la comprensión es
más aprender a conducir que aprender acerca de la conducción.
En primer lugar,
para enseñar para la comprensión debemos hacer que los temas que vayamos a
trabajar valgan la pena, es decir, a mí me es útil aprender a conducir por lo
que mi motivación hacia ello es muy alta, en cambio no me es nada útil aprender
de memoria los ríos de la Península Ibérica,
por lo que mi motivación es baja.
Es por ello que
como docentes debemos seleccionar un tópico generativo en cada unidad didáctica
que vayamos a trabajar, esto es, algo que valga la pena comprender para los
alumnos, que les sea útil y que puedan utilizar en su vida cotidiana. Además,
deben de ser también de interés para los docentes.
Otro aspecto que
debemos tener en cuenta a la hora de diseñar las unidades didácticas son las
metas de comprensión que queremos que nuestros alumnos desarrollen, mediante
actividades de comprensión por inteligencias múltiples. Se trata pues de que en
nuestras unidades didácticas tengamos en cuenta:
- Tópico generativo: es esencial, conecta con otros contenidos y debe de ser interesante y asequible.
- Hilos conductores: referidas a las grandes preguntas que orientan el quehacer tanto del docente como de los alumnos. Deben ser abarcadores, motivadores y esenciales.
- Metas de comprensión: conectadas a la comprensión, claras, esenciales. Podemos definirlas en términos de objetivos.
- Desempeños: con ellos tratamos de responder a la 2º y 3º cuestión (hilos conductores y metas de comprensión). Deben ser visibles, pensantes, secuenciales y deben ir hacia una dirección, cumplir un objetivo. Podemos definirlos en términos de tareas o actividades.
- Valoración continua: que me permita como docente comprobar lo que el alumno ha logrado, herramientas y estrategias que permiten mejorar. Los criterios deben ser claros y la evaluación cíclica, criterial y retroalimentadora.
Además, para
enseñar a aprender en clase hace falta:
- Cambiar la metodología y la disposición de los alumnos en el aula.
- Ofrecer estrategias explícitas en el aula.
- Generar tiempos para pensar y pensar cómo aprendemos.
- Generar tiempos también para la autoevaluación.
- Utilizar destrezas y rutinas que atraigan la atención de los alumnos.
- Hacer que se sientan seguros para explorar nuevos conocimientos.
- Hacer que los contenidos sean significativos para los alumnos y así provocar que aprendan.
Valoración
personal
El proceso de
comprensión es esencial en el desarrollo de nuestros alumnos, tanto personal
como académico. Comprender bien es esencial para aprender cosas nuevas. Las
cosas que realmente comprendemos son las que realmente aprendemos, de forma que
en mi opinión no podemos aprender nada que no comprendamos, es decir, no
podemos aprender a sumar si no comprendemos la naturaleza del proceso de sumar,
qué significa sumar, para que sirve sumar, cómo podemos utilizarlo en nuestra
vida, etc.
No se nace con
el proceso de comprensión adquirido, sino que se tiene que enseñar, y
obviamente el lugar idóneo para enseñarlo es la escuela. Es por ello que los
docentes debemos enseñar para la comprensión. Pero llega lo complicado ¿cómo
podemos hacerlo?
Después de esta
clase, poseo una serie de estrategias sobre ello que considero importantes para
mi labor diaria como maestra. Y pese a que no se puede enseñar para la
comprensión de un día para otro, y sea un proceso difícil, estoy abierta al
cambio, sobre todo para mejorar el pensamiento y la comprensión de mis alumnos.
Así pues, empezaré
por dedicar tiempo a que los alumnos reflexionen acerca de cómo han aprendido
un determinado concepto, y a guiarles para que sepan si realmente lo han
comprendido bien. Pese a que se encuentran en 1º de Primaria, pienso que
guiándoles (más al principio y paulatinamente menos), pueden reflexionar sobre
lo trabajado en clase. Lo que más voy a trabajar y lo primero, es fomentar y
dedicar un tiempo a que los alumnos expliquen con sus propias palabras lo que
van aprendiendo. De esta forma pienso que se desarrollará en ellos una mayor
comprensión.
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